domingo, 13 de julio de 2014

La noche de pobreza

En nuestra misión, tenemos una gran ayuda que nos ha puesto el Señor, se llama Patricia. 
Patricia se encarga de la pastoral social de Villarrica. Hace un bien enorme. Le hemos pedido que por favor, nos tome a todos como voluntarios para ayudarla. 

Ayer comenzamos ayudándola en "La Ruta". Después de un intenso día de jornada con la juventud, cuatro de nosotros partimos hacia la catedral. En una salita pequeñita, llena de cajas de ropa y zapatos, estaban Patricia y Mario (un voluntario) haciendo "pansitos de huevito" y "lechesita" (como veis todo es diminutivo). Les ayudamos con la tarea. Dos se quedaron en la sala, esperando a que viniese gente a pedir ropa de abrigo. Y los otros dos nos fuimos en furgoneta a repartir los bocadillos y la leche caliente. 

Nos subimos al coche a las 19:30, y hasta las 22:00 no acabamos la ruta. Pasamos por las calles, donde las personas esperaban ansiosamente que llegase Patricia con su comida del día. Patricia, siempre, con gran cariño los llamaba por su nombre, les preguntaba por su día, sus dolores, sus penas... Y con grande ternura les escuchaba, y a todos los problemas intenta encontrarle solución. Les reprendía si habían "tomado" (bebido alcohol) y se despedía de todos con un beso muy tierno. 

La mayoría eran pobres alcohólicos, que si no fuese por Patricia y Mario no comerían nada, y no conversarían con nadie. 

Los que no viven en las calles, viven en lugares que quizás son peores que la misma calle, aunque tienen techo. Una pareja de ancianos, viven en un suelo de barro fangoso, entre tablas de madera húmedas, y con un techo de plástico. El señor estaba tumbado en un colchón viejo, cubierto de mantas roídas y sucias. Seguramente no se había levantado de la cama en varios días. Ni siquiera para ir al baño... Y la señora, estaba en el cuarto contiguo, con un póster del papa Juan Pablo II, y pedía que le enseñásemos a santiguarse correctamente, lo intentamos  varias veces, pero su cabeza no era capaz de retenerlo. 

Prácticamente todas las casas son así, o peor. Hay mucha pobreza humana, o cultural. Porque, por ejemplo, había una señora, que no salía de su casa en años, por miedo a que se la quitasen, y en el banco tenía un montón de dinero que no sabía utilizarlo. Ancianos que confunden la medicación, como un señor que se estaba tomando las pastillas contra la epilepsia de su mujer, para el resfriado. Pasan mucho frío, a veces, junto al bocadillo, dejábamos una bolsa grande de leña. 

Todos necesitan mucha atención médica. Una mujer con síndrome de Diógenes, que tiene la casa llena de basura. Una mujer con sarna, con miedo a que la vean o la toquen. Al vivir entre basura, muchos necesitan una ducha. La pobreza se ve, y se huele. 

Iba con nuestro querido sacerdote, Charlie. El les daba la bendición a ellos y a sus casas. Lo agradecían casi más que el "pansito". 
Fue muy duro, ver la pobreza tan de cerca, y no poder hacer nada. Es difícil ver el estado en el que se encuentran. Es difícil ver a una señora con un retardo mental, esclava de todo, de 5 hombres, y no poder hacer nada. Hubiese cogido una excavadora, hubiese recogido todas esas chozas, y hubiese puesto unas casas con camas, duchas y aseos. Me hubiese llevado en el coche a muchísimos ancianos y enfermos, me los hubiese traído a Madrid, a mi casa. Pero no puedo. Qué impotencia sentimos ayer! 

Me daba pena no poder ayudar más. Me costaba ver a Dios en medio de todo eso. Cómo Dios podía dejar que personas viviesen en esas condiciones? Patricia y Charlie me ayudaron a entender que es ahí donde más se ve a Cristo, en los enfermos, en los ancianos, en los pobres... Es ahí donde realmente comprendemos el amor que tiene Dios para con nuestra miseria, que supo Él mismo abrazarla. 
Al final, lo que realmente me faltó anoche, fue la confianza en Dios, el abandono de mis fuerzas inútiles por cambiar el mundo. Me olvide de que yo sin el Señor... No puedo cambiar nada. Que realmente lo único que ayuda a esos pobres es la oración. Y que el "pansito" es sólo una forma de saciar su hambre puntual. Pero que Dios es el único capaz de saciar su vida por completo. Como también es capaz de saciar la nuestra. 

Hoy os pido que recéis mucho por "Luli" (que me llamo vieja y fea), por Parrita y Anita, por Martita, por José, por Marga y por todos los habitantes de Villarrica y del mundo entero que vive en tan duras condiciones. 

Bueno, ahora os cuento la anécdota graciosa. Cuando acabamos "La Ruta", nos encontramos a dos ancianos borrachos levantándose del suelo después de una caída impresionante de uno de ellos. Nos acercamos a ellos, que nos pedían por favor que les llevásemos a casa (vivían en la otra punta de Villarrica). El anciano que se había caído lloraba diciendo "estoy sólo, estoy sólo", entre lo borracho que iba y los mocos que le colgaban sólo entendimos eso. Le dimos un "pansito" y los pusimos a los dos detrás, en el pick up. Charlie se puso con ellos. Al parecer uno lloraba y otro reía, y luego se intercambiaban los papeles. Cuando llegamos se pusieron a abrazarnos todo el rato, y a pegarnos sus babas y sus mocos por todo el abrigo. Fue un momento divertido con el que nos fuimos al obispado a cenar y a compartirlo. 

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