martes, 15 de julio de 2014

Un plato de lentejas bajo la lluvia

Ayer llevamos un plato de lentejas caliente a Mario Marco. 

Sobre las 16:00 llamamos a su casa. Es un señor de unos 50 años, con síndrome de Diógenes y esquizofrenia. Esta peleado con su hermano, y de él se ocupa un señor que vive cerca suyo. El Estado le paga de la pensión de Mario para que le de su medicación, lo asee y le de de comer... 

El comedor de la divina misericordia le da un plato caliente una vez al día, de lunes a viernes.

Ayer le llevamos un plato caliente de lentejas 4 misioneras y el P. Ramón (el sacerdote que está en el obispado con el que nos reímos tanto). Nos lo encontramos retorcido, como tirado entre la cama y el suelo, en una postura en la que se hubiese muerto ahogado. Al principio pasamos mucho susto, porque no respondía, ni se movía, no abría los ojos. Estaba como muerto. 
Las sábanas y él mismo estaban empapados de agua y mucho pis. 

El comedor de la divina misericordia había limpiado su casa hace unos meses, de toda la basura que tenía. Una enfermera del centro de salud de la zona, lo ve de vez en cuando. Mario estaba congelado. Con frío, húmedo, delgadísimo, sucio, lleno de pis, con ropa sucia por toda la habitación, y en su mesilla de noche unos sedantes. Creímos que se había tomado muchos. 
Tenía pinta de no haber comido ni bebido en todo el fin de semana. 

Le cambiamos la muda, y lo pusimos en la cama bien abrigado. Era imposible que comiese las lentejas, pero le dimos mucha agua. El pobre, con mucho esfuerzo la tragaba de vez en cuando. Llamamos a la enfermera y a la ambulancia. Tenía la presión bajísima. Y estaba a punto de morir. Tenía un aspecto ya de difunto. 

Lo llevaron al hospital, ahí lo evaluaron. Nos mandaron a casa, diciéndonos que para cualquier cosa nos llamarían. 

Eran las 22:00 cuando nos dijeron que habían dejado a Mario en su casa, aún medio sedado y muerto de frío. 

Esta mañana un grupo de misioneros ha ido a su casa. Le han dado un colacao caliente, y le han limpiado la casa a fondo. Mario estaba mejor, se incorporó y al parecer, le dedicó una sonrisa a los misioneros. 

Dudamos de que aguante mucho más con vida. Pero uno de nosotros decía: "se le ha devuelto la dignidad de lo que es: un hombre" 

Vivimos situaciones difíciles. De impotencia de no poder hacer nada más por personas que no tienen nada. Enfado ante la injusticia y la falta de sensibilidad hacia el moribundo o enfermo. Es difícil ver al Señor en esos problemas. 
Quizás, a primera instancia no lo vemos. Nos cuesta más. Pero en seguida, se nota, como el Señor va moldeando nuestros corazones para entender su voluntad y sus planes.

Poco a poco entendíamos las palabras de Jesús: "Tuve hambre y me distéis de comer. Tuve sed y me disteis de beber". 
Y es que en todos estos hombres pobres, sucios, moribundos, malolientes, tristes, solos, enfermos... Sólo hay una cosa: la misericordia del Señor, nuestra miseria tan grande, y su amor infinito y perfecto por el cual abraza esas condiciones para salvarnos. 

Rezad por Mario Marco, para que el Señor lo proteja. Y también encomendadnos. Para qué sepamos ver a Cristo pobre en ellos, y sepamos amarlo con toda nuestra alma. Y que nunca nos falté la confianza en Dios, que sólo Él, puede aliviar, salvar y ayudar a Mario. 

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